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Fuente: ESA/Rosetta/MPS for OSIRIS Team |
"67P está empezando a parecer un cometa de verdad", comentaba Holger
Sierks (MPS), investigador principal de la cámara OSIRIS, a bordo de la
misión Rosetta (ESA). Las imágenes tomadas por OSIRIS a finales de abril
muestran claramente un cambio en el aspecto del cometa: el núcleo se
encuentra ya rodeado por una envoltura de polvo, la coma, que se
extiende unos mil trescientos kilómetros en el espacio.
Los
cometas, pequeños cuerpos sólidos helados que proceden de las regiones
externas del Sistema Solar, sufren modificaciones drásticas al acercarse
al Sol. Debido al aumento de la temperatura, los hielos se calientan,
se evaporan (subliman) y arrastran consigo los granos de polvo, que al
quedar libres reflejan la luz solar y dan lugar a la coma (la mancha
difusa central que envuelve al núcleo) y las colas.
El
cometa 67P se halla aún a más de seiscientos millones de kilómetros del
Sol, más de cuatro veces la distancia entre la Tierra y el Sol. "Las
múltiples campañas de observación del cometa realizadas desde tierra no
habían permitido detectar actividad a distancias tan grandes del Sol.
Este resultado es ya de una importancia crucial, y el primero de
los muchos que OSIRIS y Rosetta nos regalarán en los próximos dos años",
apunta Luisa M. Lara, investigadora del Instituto de Astrofísica de
Andalucía (IAA-CSIC) e integrante del equipo OSIRIS.
Esta primera muestra de actividad cometaria ofrece a los científicos
la oportunidad de estudiar la producción de polvo y las estructuras de
la coma en etapas tempranas. Además, el equipo OSIRIS ha podido, a
partir de los cambios periódicos de brillo del cometa, establecer su
rotación en 12,4 horas. "Son veinte minutos menos que las estimaciones
realizadas a partir de datos desde tierra, lo que sin lugar a dudas
tendrá implicaciones en la planificación de cómo la nave Rosetta
orbitará al núcleo del cometa", apunta Luisa M. Lara (IAA-CSIC).
Así, será también la primera misión que examinará de cerca la transformación de un cometa al aproximarse al Sol y que, además, realice un contacto directo con el núcleo de este a través del módulo Philae. Se trata de una misión de una complejidad sin precedentes, pues muchas de las maniobras de navegación y aterrizaje deben realizarse de forma automática sin el más mínimo margen de error. El IAA-CSIC ha participado en la ciencia y el diseño de dos de sus instrumentos, la cámara OSIRIS y GIADA, que analizará la dinámica y composición de los granos de polvo.
Los investigadores Pedro J. Gutiérrez, Luisa María Lara y José Juan López Moreno, del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC), y Rafael Rodrigo del Centro de Astrobiología (CAB, CSIC-INTA) forman parte del equipo científico internacional de OSIRIS, y participan activamente tanto en las tareas de apoyo para asegurar el mejor rendimiento científico del instrumento como en el análisis de los datos que está recogiendo.
Enlace original: IAA.
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